13.3.14

Que huir signifique ir a buscarte.

Hablo de él. Hablo de cambiar a Stendhal por su nombre en el síndrome, de cómo alguien se convierte en motivo, acción y la fusión de ambos, de cómo el segundero tiembla cada vez que da un paso si él no está cerca, de cómo conjugar su sonrisa en gerundio y decir 'no' cruzando los dedos. Hablo de joder el velocímetro de su pecho, de revolucionar los horarios y olvidar el sueño por los sueños, de hacer el amor y que el amor nos haga estar así, de matar al ocho para tumbarlo, de vivir entre puntos suspensivos y olvidar los de sutura.

No hablo de 'para siempre', hablo de mañana cada día y del 'continuará...' al final de cada episodio. Del 'te odio' reventando polígrafos y de los bolígrafos reventados por el sobreuso. No hablo de hacer planes, hablo de planear juntos a ras de mar y nadar juntos en el río a carcajadas, sumergirse en el amar y poder abrir los ojos para verla, de tener vértigo por la altura que estamos cogiendo y olvidar el paracaídas y las huidas para nada.

Hablo de que quizá esta vez no haya que huir y de que huir signifique 'ir a buscarte' como dijo alguien. Hablo de que el otoño no es tan malo y que el invierno será mejor, hablo de nieve en el mar de Barcelona y sueños de hace meses cumplidos en la arena. De tácticas y estrategias, de terapias de choque para perder el miedo al 'te quiero', de hacerme ser incoherente con mi yo de anteayer que ya no creía en todo esto, de que sea la margarita la que me pregunte a mí y que yo responda que no, cruzando los dedos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario